La irrupción de la guerra entre Rusia y Ucrania trajo un violento baño de realidad al mundo sobre la necesidad de tener fuentes confiables de abastecimiento de energía primaria y proveedores tan confiables como las mismas fuentes o, de lo contrario, las consecuencias para la población serán severas en tanto que la economía de los países y el desarrollo logrado a través de los años, principalmente por los países del primer mundo, correrán serio riesgo.
La secretaria de Energía de EE.UU, Jennifer Granholm, dijo: “podemos caminar y mascar chicle al mismo tiempo […] Yo pienso que estamos en la cúspide de la transición más importante que la sociedad pueda haber visto jamás” (Ceraweek, 2022, Houston)
Granholm ha hecho una clara referencia al giro copernicano en la estrategia de Transición Energética del Gobierno de Estados Unidos y en la decisión de reducir las inversiones en la producción de combustibles fósiles para ahora, nuevamente, fomentar las inversiones en energías alternativas para el mediano y largo plazo.
La anterior decisión había sido fomentada por un manifiesto desconocimiento de la industria de la energía y una evidente improvisación promovida por grupos ambientalistas que supieron cómo colocar en las primeras planas de los medios del mundo durante los últimos 15 años la idea de que ¨el mal de todos eran las energías producidas por combustibles fósiles¨ y que ¨la salvación del planeta estaba de la mano de las energías renovables¨.
Ni lo uno ni lo otro y la realidad es un hecho, hoy estamos ante la obligación de recomponer líneas y salir rápidamente a restablecer la operación de centrales nucleares, reabrir minas de carbón y buscar reemplazos a fuentes de suministro de hidrocarburos como lo es Rusia.
La irrupción de la guerra entre Rusia y Ucrania trajo un violento baño de realidad al mundo sobre la necesidad de tener fuentes confiables de abastecimiento de energía primaria y proveedores tan confiables como las mismas fuentes o, de lo contrario, las consecuencias para la población serán severas en tanto que la economía de los países y el desarrollo logrado a través de los años, principalmente por los países del primer mundo, corren serio riesgo.
Podríamos analizar los objetivos buscados por los distintos grupos que movilizaron una u otra idea, asumiendo que el calentamiento global es un problema solamente producido por una industria que en sí misma mueve al mundo y genera miles de millones de dólares además de bienestar y progreso, sin analizar que el medioambiente también es un negocio que genera miles de millones de dólares, pero que necesita una contraparte demoniaca para generar ese dinero, y que en ninguno de los casos el móvil es un principio filantrópico.
Como ejemplo, se podría decir que la contaminación de un solo volcán en erupción en un día genera en proporción, valores similares a la contaminación anual de todo el combustible fósil consumido en el mundo, pero claramente estas situaciones naturales son inevitables y poco rentables para ser usadas como banderas.
Durante la semana del 7 al 11 de marzo se reunieron en Houston los máximos representantes de las empresas energéticas y de los países en una versión más de la Ceraweek. Allí pudimos apreciar el nivel de alerta generalizado producido por la necesidad de abastecimiento de la demanda futura y el crecimiento en los precios tanto de los insumos como de los futuros del gas, petróleo y derivados. La decisión del gobierno de Biden de pedirle a los productores de hidrocarburos que aumenten rápidamente su producción y a Wall Street que provea del financiamiento requerido por las empresas para lograr el objetivo, pone sobre el escenario mundial lo que los empresarios manifestaron en el encuentro de Houston al reflejar distintos cuellos de botella para lograrlo.
El Ingeniero Guillermo Hitters, en su participación en Energía Latam, reflejó con mucha claridad su visión del encuentro y la complejidad en la coordinación de los pilares necesarios para sustentar ese desarrollo urgente, los cuales están divididos en tres grupos: empresas productoras, Gobierno y capitales necesarios. Uno sin otro no será capaz de lograr el objetivo, pero claramente los tiempos demandados entre cada uno son diferentes y sus urgencias también. Productores requieren sustentabilidad en las decisiones y en todo caso trascienden los periodos de cada gobierno. El financiamiento requiere de un horizonte de recuperación de la inversión que excede los plazos de los otros dos pilares. En lo que todos deberían coincidir es en la necesidad de que las estrategias no puedan ser cambiadas en forma caprichosa y según la voluntad de cada uno, sino de acuerdo a los normas y tiempos de cada actividad. Las consecuencias de una falta de coordinación tendrían consecuencias catastróficas para los países y sus ciudadanos.
La salida del mundo de la pandemia nos encuentra con dificultades para conseguir materiales, mano de obra capacitada y equipamiento, entre otros. El aumento de producción no es una decisión de un día para otro, ni se logra por sola voluntad, y si bien en la industria las empresas acostumbran a lidiar con factores externos que impactan en su actividad, ninguna de ellas está preparada para un aumento de producción cuando suene una alarma o un factor externo genere una demanda puntual transitoria que eleve los precios en forma inusual y desestabilice el mercado energético mundial. Los errores de cálculo en alguno de los pilares que sustentan a la industria desestabilizan al conjunto.
Lo que se ve hacia el futuro cercano es sombrío y las expectativas que particularmente guiaran el futuro del abastecimiento de energía para Latinoamérica transitaran un tortuoso camino influido por decisiones que la impactan directamente pero que podemos considerar que no fueron exclusivamente producto de su decisión individual.
La intención de promover inversiones y las necesidades urgentes de los países del primer mundo deberían funcionar como un disparador para las autoridades políticas Latinoamericanas, de revisar estrategias y adecuar legislaciones en la búsqueda de promover un fuerte desarrollo de sus recursos energéticos. Deberían realizarlo con una visión amplia y sustentable que les permita transformarse en proveedores confiables que canalicen las necesidades del mundo y eviten las opiniones extremas que aún minoritarias, producen un tremendo daño a la mayoría y al desarrollo conjunto de los pueblos.
¿Estarán nuestros representantes a la altura de los acontecimientos? Hay una vaca que, aunque muerta, espera. Hay infinidad de recursos disponibles en todo el continente latinoamericano que requieren de la voluntad y la decisión de inversores para ponerlos en valor, junto a pueblos demandantes de mejores condiciones de vida, y empresas dispuestas a intentarlo nuevamente.
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