Hay otros lugares en donde se paralizan obras por sospechas de corrupción, uno en Colombia llamado Hidroituango y otro en Perú conocido como Camisea.
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Como es evidente, los proyectos hidroeléctricos y en general de grandes magnitudes en países de América Latina terminan casi siempre costando más de la cuenta, están ahogados en escándalos de corrupción y corren el riesgo de ser modificados y hasta detenidos de gobierno en gobierno.
Así como Argentina no está exento de esto, tampoco lo está el resto de la región y precisamente está pasando tanto en Perú como en Colombia.
Gilberto Rojas, periodista venezolano exiliado en Colombia, señala que del lado Inca, Camisea es la reserva de gas natural más importante del Perú, la cual es 10 veces mayor que cualquier otra descubierta en el país y una de las más importantes de Latinoamérica. Sin embargo, la mitad del gas que se logra sacar y exportar se está haciendo a precios escandalosamente bajos debido a los cambios en el contrato original realizados en el gobierno de Alejandro Toledo.
Por otro lado, Hidroituango en Colombia es un proyecto hidroeléctrico que se desarrolló con la intensión de generar el 17 % de la demanda eléctrica del país. En 2018 la obra tenía un avance de 84,3 % y fue cuando vino el desastre. Un ‘error’ en el diseño de excavación provocó un taponamiento en el desvío del gigante río Cauca, lo que produjo una emergencia de mayúsculas proporciones tanto en la obra como en las comunidades aledañas.
Según EPM, empresa que suscribió el contrato, las inversiones en Hidroituango ya alcanzan los US$ 11,6 billones. Por lo pronto, se espera que dos de sus turbinas generadoras comiencen a funcionar en noviembre de este año.
“Como vemos, ambos proyectos causan más problemas que beneficios para sus países por la mala gestión de los gobiernos de turno, las denuncias de corrupción, los cambios de lineamientos y los vacíos legales. Argentina, una vez más, no está sola en esto”, concluyó el periodista Rojas.
